Agricultura
Una investigación del INTA denuncia la presencia de plaguicidas en peces del arroyo Pergamino
Un estudio iniciado en 2011 por el Instituto de Recursos Biológicos, sobre el impacto de la actividad agrícola en el arroyo, detectó la presencia de plaguicidas en ocho de cada diez peces. Recrudece el debate por la preservación del agua y la biodiversidad.
05.07.2017 La región Pampeana, conocida como el motor agropecuario del
país, es la zona de la Argentina que reúne la mayor parte de las actividades
agrícolas y pecuarias. Para producir es necesario aplicar prácticas que ayuden
a la conservación de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos que brindan
al ambiente. Sin embargo, la no implementación de buenas prácticas y franjas
buffer impacta en el ecosistema. De hecho, un estudio realizado por el
Instituto de Recursos Biológicos (IRB) del INTA detectó la presencia de
plaguicidas en ocho de cada diez peces de la especie Jenynsia multidentata en
la cuenca del río Pergamino –Buenos Aires–.
La investigación –publicada recientemente en la revista
Chemosphere–, examina la acumulación de plaguicidas en peces de la cuenca del
río Pergamino. Según los resultados, se detectó la presencia de fungicidas e
insecticidas en el 81 % de los ejemplares de la especie Jenynsia multidentata
(conocida vulgarmente como madrecita) de alrededor de seis meses de edad. Para
el relevamiento, iniciado en 2011, se tomaron muestras en tres puntos del
arroyo (antes que pase por la ciudad).
El equipo liderado por Julie Brodeur –autora principal del
trabajo e investigadora del Conicet– estudió el impacto de los fitosanitarios
en anfibios, peces y aves como indicadores de calidad ambiental y salud en los
agroecosistemas. El trabajo evidencia que la acumulación de pesticidas impacta
en la salud y crecimiento de los peces.
De acuerdo con Brodeur, “el 58 % de los peces tenía más de
dos plaguicidas en su cuerpo y esto se asocia a efectos negativos claros en su
salud, por lo que es esencial encontrar la fuente de contaminación para
preservar la integridad de los ecosistemas acuáticos”.
Brodeur explicó que relevaron la presencia de los
insecticidas –diclorvos y pirimifos-metil, sustancias autorizadas solamente
para el acopio de granos– que no deberían llegar a los cuerpos de agua bajo
ninguna circunstancia, debido a que son muy tóxicos para la fauna acuática.
Pablo Mercuri, director del Centro de Investigación en
Recursos Naturales (CIRN) del INTA, destacó la importancia de “profundizar los
estudios serios de toxicología ambiental para generar datos fiables que nos
ayuden a determinar el real impacto de cada práctica agrícola, así como para la
conservación del agua”.
En este sentido, Mercuri puso énfasis en el uso de buenas
prácticas para la aplicación de agroquímicos. “Es fundamental que el productor
comprenda la importancia de implementar estrategias para proteger los cursos y
cuerpos de agua”. Y agregó: “Para esto es indispensable respetar las zonas
buffer –espacio que se dejan sin fumigar en cada margen– y la vegetación propia
de la ribera, aún en las nacientes”.
El trabajo, realizado por nueve técnicos de dos institutos
de investigación del INTA (IRB y el Instituto de tecnología de Alimentos) y del
Grupo Suelos y Gestión Ambiental de la unidad del INTA en Pergamino, fue
financiado con fondos de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Técnica
y del INTA.
La importancia de las buenas prácticas
El estudio estuvo centrado en fungicidas e insecticidas y
solo dos herbicidas –Atrazina y Acetochor– de los cuales hubo poca detección.
“Estos hallazgos son altamente relevantes tanto a escala regional como global”,
aseguró Brodeur quien adelantó: “Estamos desarrollando herramientas
informáticas que puedan predecir el destino de los plaguicidas en los cuerpos
de agua para que el productor o el regulador estime la probabilidad de que su
aplicación afecte a la fauna acuática”.
El objetivo fue caracterizar el nivel de contaminación por
plaguicidas que reciben los peces y evaluar los efectos sobre su salud. “Se
detectaron 17 plaguicidas diferentes en los tejidos del 81 % de los animales
capturados; de los cuales contenían al menos una molécula de plaguicida”, detalló
Brodeur quien agregó: “Los insecticidas piretroides –fenvalerato y bifentrina–
fueron los más frecuentes y se encontraron en el 41,8 y 36,4 % de las animales
analizados, respectivamente”.
Para Gabriel Vázquez Amabile, coordinador del área ambiental
de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola
(Aacrea), productor y representante de la comunidad científicas en el consejo
del CIRN, “el informe realizado por el INTA complementa lo que ellos hacen en
cuanto a la medición de residuos en agua o en suelo”.
“Es fundamental la implementación de buenas prácticas
agrícolas. Los piretroides son los menos tóxicos y se usan en agricultura”,
expresó Vázquez Amabile y advirtió: “Si llegan a un curso de agua significa que
tenemos que reforzar los controles de escurrimientos con terrazas, franjas
buffer, siembra directa, rotaciones de cultivos”.
La implementación de buenas prácticas para la aplicación de
agroquímicos y de franjas buffer en las márgenes de los cursos de agua son
indispensables para la preservación del agua y la biodiversidad.
Fuente: Nuestro Agro / INTA Informa
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